SáBADO, 22 DE FEB.

Rosario Sin Secretos: ¡qué lindo “pinta” la ciudad, sembrando sueños!

Fue sin dudas el artista plástico rosarino más reconocido en el mundo entero y el mejor cotizado. Aún así, hay quienes desconocen la existencia del ítalo argentino Lucio Fontana. En el día de su cumpleaños, vayan algunas pistas para descubrir su monumental arte.

 

No sabemos si su nacimiento se publicó en “La Censura”, el periódico Independiente, Ilustrado, Satírico, Político y Literario, dirigido por Emilio Rodríguez y salía los lunes desde su redacción ubicada en Mendoza 670, o en La Capital, de don Ovidio Lagos, aunque para esa fecha el fundador del Decano de la Prensa Argentina ya había pasado a otro plano 8 años atrás.

Ni siquiera sabemos sí ya se había inaugurado (fue ese año de 1899) la galería cubierta más antigua de Rosario en su primera etapa con salida a calle Santa Fe, que era del gallego Andrés Pan, venido de La Coruña, aunque algunos lo llamaban “Mister Pam”, llegando a confundir a los historiadores con un origen inglés.

La cuestión es que el 19 de febrero de 1899 la actriz de teatro Lucía Rosario Bottino dio a luz a Lucio Fontana, hijo del escultor milanés Luiggi Fontana que hacía diez años estaba afincado en el Rosario y ya estaba siendo reconocido en el Rosario como buen “italiano ingenieri” dedicado a la construcción y a la escultura, especialmente, la del arte funerario. Basta recorrer el cementerio El Salvador para advertir el talento del progenitor de nuestro homenajeado del día.

Son suyas, también, muchos enriquecedores aportes artísticos al teatro Ópera (hoy El Círculo) y al Hotel Italia (hoy sede del Rectorado de la Universidad Nacional de Rosario).

Él, que también trabajó en la Dante Alighieri, tenía su taller en Rioja 2076/78 y en 1902 se puso en sociedad con Cautero y Juan Scarabelli, su coterráneo nacido en Molinella, localidad italiana en la que hay una calle con su nombre. Rosario se la está debiendo.

De todas maneras, el matrimonio duró poco tiempo, porque Luiggi Fontana dejó a la actriz y se llevó al niño a Italia cuando apenas tenía 6 añitos, y reinició su vida con Anita Campiglio Fontana, quien le dio a Lucio tres hermanastros: Tito, Delfo y Geronzio.

Ya en Milán Lucio arrancó estudiante en el Instituto Carlo Cattáneo y en la Academia Brera, pero siendo un adolescente se enroló como voluntario en la Primera Guerra Mundial, siendo herido y, por ello, licenciado con medalla de plata al valor.

Cuando regresó a Rosario, en 1922, volvió al taller del padre hasta que ganó el primer premio con un bajorrelieve de Louis Pasteur en un concurso de la Universidad de Medicina del Litoral, se independizó y abrió su propio taller.

Siendo muy joven aún recibió un encargo importantísimo, la escultura “El Pueblo de Rosario a Juana Elena Blanco”, su primera gran obra autónoma honrando a la eximia educadora y filántropa rosarina que revolucionó la mirada sobre la infancia y la escuela como institución.

Así nace, en 1925, hace cien años, la bellísima obra que engalana su tumba en el Cementerio El Salvador, este “Museo a Cielo Abierto” en el Parque de la Independencia, dirigido por Fernando Fagoaga, a quien agradecemos profundamente habernos suministrado esta bella fotografía.

Pero al genio la ciudad le quedaba chica y empezó a frecuentar nuevamente Italia y Francia. Era, sin dudas, un rosarino nacido para el mundo, igual que Messi y tantos otros que nos enorgullecen y hacen quedar bien a la Ciudad.

En París se codeó con el barcelonés (hablando de Messi) Joan Miró y el rumano Constantin Brancusi, con quienes integró el grupo Abstraction Création.

Pero como siempre se vuelve al primer amor, y porque su padre, ya anciano, lo requería, en 1939 volvió a Rosario y compartió estudio con otro grande de la ciudad, Julio Vanzo, quien con el tiempo lo introducirá al arte cubo futurista de Emilio Pettoruti y Pablo Curatella Manes y en el círculo rosarino de artistas e intelectuales que gravitaban alrededor de Rómulo Renom, en cuya galería de calle Córdoba tendrá lugar la primera muestra del grupo Nexus.

Fue la época en que nacieron “Muchacho del Paraná”, con el que ganó el máximo reconocimiento en 1942 durante el XXXII Salón Nacional de Bellas Artes, a pesar de la resistencia y censura de académicos, clásicos y formalistas, y “Mujer Peinándose”. Ambas esculturas pueden apreciarse en el Museo Castagnino.

Mientras impartía clases de modelado en la Escuela de Artes Plásticas de Rosario, daba cursos de decoración en la Academia de Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón” de Buenos Aires.

Junto con los arquitectos Hilarión Hernández Larguía y Juan Manuel Newton elaboró dos propuestas que participaron del concurso que ganaron Bustillo y Guido para construir el Monumento a la Bandera. Celeste y Blanco y Ágora recibieron al menos, una mención.

Gracias al intendente Agustín Repetto, que impulsó el embellecimiento de la avenida Belgrano entre las bajadas de la calle San Juan y la avenida Carlos Pellegrini, se realiza el denominado Plan Repetto que incluía trabajos de ordenamiento de la barranca, construcción de la escalinata que conecta lo que actualmente es el Parque Urquiza con la esquina de las avenidas Belgrano y Pellegrini y la clausura de la pendiente por donde hasta 1899, año en que nació Fontana, se subía desde el puerto el carbón mineral importado de Inglaterra para el Ferrocarril Oeste Santafesino.

Así nació su maravillosa y portentosa obra “El Sembrador”, para tapar la boca del túnel por donde pasaba el tren sin locomotora al servicio del FF.CC. fundado por Carlos Casado del Alisal, el poderoso terrateniente de la Candelaria, no del Almacén, sino de lo que hoy es Casilda, y cuya figura enhiesta vemos erguirse en la esquina de Santa Fe y San Martín (anteriormente Puerto). Treinta placas moldeadas por Manuel Nuche de cemento, arena gruesa, vidrio molido y óxido de hierro, para darle la coloración rojiza.

Por ese túnel pasó también el primer embarque de trigo argentino hacia los puertos europeos en 1878 y comunicaba la estación de trenes con el río Paraná, no sin antes atravesar con sus rieles todo el bulevar Argentino, ubicado en el mismo lugar que hoy encontramos el cantero central de la avenida Pellegrini.

Fontana participó de bienales en San Pablo y exposiciones en Europa y Oriente. Pinacotecas privadas y museos de Londres, París, Nueva York muestran orgullosamente obras de este rosarino, que están entre las mejor cotizadas del mundo.

Luego vino su época de espacialismo, buscando nuevas formas artísticas y hasta el Di Tella le dedicó una exposición individual. Pero este tema se lo dejamos a expertos en arte moderno.

En Italia se casó, en 1952, con Teresita Rasini. Murió en la Lombardía, cerrando el círculo genealógico familiar, que se inició en aquellas tierras.

En barrio Parquefield una cortada (igual que sus últimos “buchis”), lleva su nombre desde 1977, y corre de norte a sur entre Eduardo Schiaffino (otro pintor, historiógrafo, crítico y teórico, museólogo, urbanista, animador cultural y escritor, fundador del Museo de Bellas Artes de la Argentina, y Juan Bautista Baigorria (nuestro querido granadero puntano) al 2300.

 

 

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