Newell’s: de una interesante gestión de Ariel Michaloutsos, a una mala praxis dirigencial sin rumbo
Con su séptimo director técnico en apenas dos años y con ocho directores deportivos desde 2021, la ‘Lepra’ padece hoy el resultado de años de una improvisación dirigencial permanente en donde no se piensan ni se sostienen proyectos a largo plazo, pero tampoco se resuelven nunca las urgencias. Análisis de un proyecto que apuntaba a cambiar las cosas y terminó siendo el fusible de las mismas viejas y actuales malas prácticas.
- Deportes
- Feb 23, 2025
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Increíblemente, Newell’s tiene en este 2025 un peor plantel y un peor horizonte que en 2024, cuando en la anual terminó 19° de entre 28 equipos. El desastroso arranque de año, con cinco derrotas en seis partidos y con un notable retroceso futbolístico e institucional, encuentra su explicación como el resultado de años de improvisación dirigencial permanente en donde no se piensan ni se sostienen proyectos a largo plazo, pero tampoco se resuelven nunca las urgencias.
Con la llegada de Ariel Michaloutsos a la dirección deportiva, parecía que el club por primera vez en muchos años iba a apostar por un camino concreto y a dejar de lado el cortoplacismo y la improvisación perpetua. Con él, y como decía su carta de presentación, se buscaba generar una renovación bajo un proyecto integral y duradero, que abarcase desde la composición de los planteles y una política de contrataciones que proteja el patrimonio del club, hasta el flujo de jugadores entre las inferiores y el primer equipo, bajando el promedio de edad de la Reserva y garantizando que ningún futbolista se quede sin minutos de juego.
Sin embargo, pese a las promesas iniciales de que iba a tener el apoyo para poder trabajar y llevar a cabo su proyecto, finalmente a la primera racha de malos resultados terminó siendo él el fusible de cambio para que dirigentes intenten, sin éxito, señalar en otros sus culpas acumuladas y salvarse su propia espalda. Una práctica recurrente.
Y es que, aunque el 2024 fue decididamente malo en cuanto a números y hacía falta ajustar varias piezas, lo cierto es que el equipo tenía una base sólida con ciertos jugadores sobre la cual se podía partir para seguir construyendo, encontrar el funcionamiento y lograr ser más competitivo, mientras también se seguía trabajando sobre el desarrollo de juveniles para un buen futuro.
Pero pese a esto, la decisión de la actual conducción para este 2025 fue, inexplicablemente, desprenderse de los mejores futbolistas (dejándolos libres, regalándolos a rivales directos o incluso teniéndolos colgados en el plantel) resignando plata y sin tener sus reemplazos asegurados, para luego incorporar refuerzos de baja calidad, con el torneo ya en marcha y descompensando puestos (como por ejemplo, traer cinco defensores y ningún volante de marca); junto con repatriar juveniles que ya habían tenido malos rendimientos en otros clubes de Primera para que acá sean titulares.
Así, Newell’s llega a la séptima fecha con 3 puntos sobre 18, habiendo perdido el Clásico, y habiendo presentado en cancha equipos en donde Gonzalo Maroni no es más que Matko Miljevic, donde Martín Luciano y Alejo Tabares no son más que Ángelo Martino, donde Alejo Montero no es más que Armando Méndez, donde Luciano Lollo y Luca Sosa no son más que Víctor Velázquez, donde David Sotelo no es más que Rodrigo Fernández Cedrés, donde Nazareno Funez no es más que Juan Ramírez, donde Giovani Chiaverano no es más que Lucas Besozzi, y donde prácticamente ningún puesto tiene un recambio decente con capacidad de modificar un partido. Todos esos jugadores salientes pertenecían al club o tenían una muy baja opción de compra y por ninguno se buscó siquiera obtener un rédito económico, lo que vuelve aún más injustificables las decisiones del armado del plantel de este año.
Las salidas tempranas de Mariano Soso y Rubén Capria, a meses de asumir, terminan siendo la representación más gráfica de la improvisación permanente y caótica que se ejerce desde la conducción dirigencial de Newell’s.
¿Qué falló en 2024?
A nivel general, con la dirección deportiva de Ariel Michaloutsos se había comenzado un proceso de renovación que partía sobre la base de un 2023 que había dejado al club con malos resultados, con un plantel con mayoría de jugadores a préstamo, tras un mal mercado de pases (se había contratado a cinco jugadores y solo uno llegó a jugar más de ocho partidos como titular) y con una Reserva con un promedio de edad altísimo, con varios juveniles que pasaron todo el año prácticamente sin disputar partidos (como Marcelo Esponda, Misael Jaime o Julián Aquino) y juveniles con potencial que no podían tampoco sumar minutos competitivos regulares (como Mateo Silvetti, Tomás Pérez, Valentino Acuña o Luca Regiardo).
En cuanto al primer equipo, así como la gestión tuvo su punto bajo en el proceso de Sebastián Méndez (quien consiguió la misma cantidad de puntos -7- que Mariano Soso en la misma cantidad de partidos y uno menos que Ricardo Lunari -8- con un partido más), también había empezado muy bien con Mauricio Larriera, quien obtuvo el 55% de los puntos en juego.
Un dato fundamental para pensar los motivos en por qué el equipo no funcionó bien si había algunos jugadores de calidad radica en la cantidad de minutos que tuvieron los refuerzos en cancha y, especialmente, la cantidad de veces que compartieron alineación. Por ejemplo, mientras que en el mercado de pases se pensaba el armado del equipo con un mediocampo compuesto por Rodrigo Fernández Cedrés, Juan Ignacio Méndez y Éver Banega, lo cierto es que por distintas lesiones de los tres solo pudieron coincidir en cancha una vez en todo el año, y con el uruguayo exigido a volver mucho antes de tiempo de una lesión.
Lo mismo ocurrió bajo el ciclo Larriera, donde el mediocampo pensado, compuesto por Franco Díaz, Cedrés y Banega, pudo disputar ocho partidos y Newell’s ganó cinco de ellos.
Incluso, en la segunda mitad del año, lo más cercano al ideal del equipo pensado desde el armado del plantel fue el once titular que jugó contra River, uno de los mejores partidos del ciclo Méndez, con Lucas Hoyos; Armando Méndez, Víctor Velázquez, Saúl Salcedo, Ángelo Martino; Juan Méndez, Rodrigo Cedrés; Fernando Cardozo, Matko Miljevic, Lucas Besozzi; y Juan Ramírez.
Sin embargo, Newell’s jugaría con esa formación solamente en ese partido, y a lo largo del campeonato no repitió equipo en ninguno de todos los encuentros del segundo torneo, teniendo que recomponer fecha a fecha siempre la defensa, el mediocampo, la delantera e incluso hasta el arco, algo que se profundizaría mucho más a partir de la llegada de Lunari, ya con Michaloutsos fuera del club. En esa inconsistencia y esa danza, jugadores como Besozzi, Méndez o Cardozo no pudieron tener verdaderos minutos de valor en cancha (o eran probados constantemente en distintos puestos), mientras que otros como Miljevic ganaron tiempo de juego recién con el campeonato ya muy avanzado.
El ejemplo claro del nivel de los jugadores salientes es que prácticamente todos continuaron en el fútbol argentino, siendo buscados por equipos como Independiente (Fernández Cedrés), Huracán (Miljevic), Lanús (Méndez) y Tigre (Besozzi), que terminaron por encima del rojinegro el año pasado, mientras que otros de ellos como Velázquez jugarán la Copa Libertadores con Cerro Porteño. Este último y Matko, además, cuentan con grandes chances de disputar el Mundial 2026.
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Un fuerte trabajo en la Reserva y en el salto a Primera
Así como en el plantel de Primera hubo superávit para el club en ambos mercados de pases que tuvo a su mando, otro aspecto que tampoco fue aprovechado como modelo a seguir, pero del que Newell’s sí llegó a tener réditos, fue en el trabajo realizado a partir de dos de las grandes premisas de la gestión de la dirección deportiva de Michaloutsos, anunciadas en su misma presentación: la modificación en la inserción de los jóvenes a Primera División y la baja del promedio de edad de la Reserva.
Por eso, una de las tareas más fuertes desde el inicio radicó en la depuración del plantel profesional y de Reserva, con el objetivo de que no haya jugadores sin sumar minutos por no poder encontrar lugar en ninguno de los dos equipos. Ese “tapón” de varios futbolistas que se encontraban en esa situación de “limbo” provocaba que hubiera juveniles que vieran interrumpido su desarrollo, lo que a su vez bloqueaba también a los que estaban por debajo de ellos.
La tarea, entonces, era que ningún futbolista se quede sin minutos: los que se quedan, juegan; y los que no tengan lugar, que sumen ese ritmo en países o categorías competitivas para el día de mañana poder volver mejor preparados como profesionales o, en todo caso, dejarle un rédito económico al club.
Gracias a ese trabajo, pudieron hacerse su lugar y sumar importantes minutos en 2024 jugadores que estaban “tapados” como Mateo Silvetti (quien terminó siendo una de las grandes figuras del equipo de Primera y consolidándose como uno de los jóvenes más prometedores de los últimos tiempos de las inferiores leprosas), Tomás Pérez (que terminó valiéndole a la ‘Lepra’ una millonaria transferencia) y Valentino Acuña (figura en el Sudamericano Sub 20 que se disputa en este momento), como así también otros jugadores que se volvieron habituales en la rotación como Luca Regiardo (titular este 2025), Pablo Altamirano, Fabricio Tirado, Agustín Juárez (autor de un gol y cedido a España) y Thiago Gigena (hasta su infortuna lesión, siendo hoy parte del primer equipo).
Con ellos, además, se implementó un trabajo especial diferenciado en neurociencias y con psicólogos, con el objetivo de que lleguen a Primera adaptándose de la mejor forma posible y que no les pese tanto la transición al primer equipo, como les había ocurrido a algunos futbolistas previamente.
De la misma manera, gracias a esa depuración ya empiezan a asomar con lugar para crecer otros juveniles muy interesantes como Blas Benedetto, Jerónimo Gómez Mattar o Francisco Scarpeccio, que ya tuvieron sus primeras convocatorias con la Reserva y hasta han firmado contrato profesional.
Sin embargo, gran parte de ese trabajo también se encuentra dilapidado actualmente, con una Reserva que volvió a crecer en edad, con juveniles a los que indiscriminadamente se les han hecho contrato profesional que no encajan en el primer equipo y no pueden pegar el salto, y con el área de datos que se había creado desmantelada y sin uso.
Si bien se sabe que en el fútbol los resultados son los que mandan, son siempre los procesos con un rumbo claro los que terminan conduciendo a alcanzar objetivos. Sin ir más lejos, Central, que ahora se mantiene invicto en este Torneo Apertura, tuvo un 2024 peor que Newell’s, finalizando 22° de 28 equipos y con 2 puntos menos. Sin embargo, incorporó apenas cinco jugadores (seis menos que la ‘Lepra’, que trajo 11 contando los regresos de Funez y Luciano) pero fundamentalmente mantuvo su base previa, mientras que el rojinegro la desmanteló por completo, obligándose a empezar de cero cuando no era necesario.
Lo mismo ocurrió con otros equipos que mantuvieron su base y, con algunas pocas pero buenas adiciones, pudieron dar un salto de calidad.
Sin dudas, el panorama que tiene Newell’s por delante es muy complejo, y si no se cambia el método de toma de decisiones el mismo podría llegar a ser aún peor. El club necesita elegir un camino y transitarlo, pero no puede permitirse no construir una metodología de trabajo y pegar volantazos permanentemente.
En el último año, seis directores técnicos desfilaron por la cancha y en este 2025 en solo dos meses ya lo habrán hecho dos, mientras que desde 2021 pasaron por la ‘Lepra’ ocho coordinadores deportivos (no hubo otro club en Primera que registre tantos cambios en ese cargo en ese mismo período) y ahora llegará un noveno a reemplazar a Rubén Capria. ¿Cuál de todas esas visiones es la que realmente quiere proyectar el club? ¿Qué proyecto es posible armar de esa manera?
Signado por la mala racha de Méndez, el proceso de Ariel Michaloutsos pudo haber sido una enorme oportunidad para que Newell’s enderezara un rumbo e intentara construir algo que le dé provecho en el tiempo, pero finalmente quedará la duda de lo que pudo haber sido.