SáBADO, 22 DE FEB.

Punto final para un ciclo sin rumbo

Sin jugadores y sin sistema, Newell's volvió a exhibir una mala imagen y perdió el Clásico en lo que habrá sido la última función de Mariano Soso, pero que debería serlo también de más de un protagonista.

 

Con una nueva actuación lamentable ante su gente, Newell’s continuó con su pésimo andar y sumó su quinta derrota en seis partidos, y la que seguramente habrá sido la última del ciclo de Mariano Soso en el banco de suplentes rojinegro.

Con un equipo mal preparado y mal parado, la ‘Lepra’ perdió el Clásico de local por 2 a 1, en un partido en el que solo Éver Banega sacó por momentos la cara por la camiseta.

Ya desde la previa, en otra extraña decisión de Soso, el equipo no conoció cómo iba a salir a jugar este domingo hasta una hora antes del encuentro, sin siquiera haber tenido algún ejercicio táctico en los días previos.

Esto finalmente se notó en la cancha, ya que el esquema estaba configurado con un mediocampo que nunca había jugado antes y fue allí donde estuvo el mayor problema posicional de Newell’s.

David Sotelo sobró en absolutamente todas las jugadas, Éver Banega tenía que retroceder para poder armar la jugada y al mismo tiempo avanzar para ocupar el espacio vacío y Fernando Cardozo jugaba en todas partes y en ninguna al mismo tiempo.

Para colmo, Mateo Silvetti no ocupaba la banda izquierda sino que se colocó como segundo punta, siendo completamente neutralizado por los defensores, quedando así un equipo descompensado y poco punzante.

Aún así, durante los primeros minutos la ‘Lepra’ pudo sopesar todo esto con garra y metiendo, pero a la primera que Central se decidió por contraatacar y salir al ataque se desnudaron por completo todas las falencias defensivas y de retroceso del equipo.

Así, la primera pelota parada ya le generó complicaciones, y con una pésima marca zonal en un córner terminaría apareciendo Gaspar Duarte por el segundo palo (en la misma posición de offside que en el gol anulado a Carlos González contra Defensa y Justicia) para poner el 1 a 0 para el visitante.

El gol neutralizó por completo la energía del equipo, que ya sin la garra comenzó a exhibir aún más sus problemas tácticos, con enormes problemas para saltar líneas y conectarse con sus delanteros.

En el entretiempo, decidió sacar a Cardozo (de los que más había metido y jugado) para poner a Gonzalo Maroni por el sector izquierdo, y con Central decididamente replegado Newell’s, a duras penas, empezó a encontrar situaciones, como una clarísima de Sotelo que Jorge Broun envió al córner.

Con Maroni, además, Banega encontró un socio para el ataque, pero seguía faltando la conexión con Silvetti (incómodo y siempre marcado) y González (completamente ausente en el complemento).

Y cuando Central no había vuelto a atacar en todo el segundo tiempo, otra vez la pelota parada y una pésima marca del rojinegro le dio la oportunidad al visitante de cabecear dos veces en el área y poner el 2-0 a los 18′.

Para peor, Newell’s tendría inmediatamente chances de descontar, ya que tras un centro de Banega y un buen control de ‘Cocoliso’ el paraguayo quedó mano a mano con Broun, pero pudo darle altura a su remate y lo terminó bloqueando el arquero con su achique.

A partir de allí, el rojinegro volvió a padecer otro aspecto que parece estar siempre fuera de su control en este tipo de encuentros, que es el manejo de los tiempos del partido: siempre se juega al ritmo que le marca el rival.

Esto, junto con el eterno mal manejo de los córners y tiros libres en contra, son factores que trascienden a cualquier tipo de armado y que parecen nunca ser tenidos en cuenta a la hora de la preparación.

Con el equipo totalmente sin ideas y con Central controlando los tiempos, el partido pareció cerrado mucho antes de tiempo, y a los 30′ Newell’s ya jugaba como si fuese el minuto 48′, con ritmo cansino y esperando suerte.

A los 37′, ya jugado, recién allí hizo ingresar a Luciano Herrera para ocupar la banda izquierda del ataque que permaneció vacía todo el partido. Un cambio que quizás, por las características del partido, le podría haber dado más alternativas durante el juego.

El otro fue ‘Juanchón’ García, que si hubiera ocupado antes ese lugar de segundo punta dado a Silvetti quizás hubiera podido pelear y generar mejores situaciones, como lo hizo en el tiempo que estuvo en cancha.

Con Herrera y con García, poblando el ataque y jugado a la ofensiva, a los 42′ se generó el espacio para que Éver Banega le rompa el arco a Broun con un remate de 35 metros, dando una leve esperanza de empate pero también haciendo lamentar el tiempo perdido anterior.

Finalmente, la decisión de seguir sumando delanteros (con el ingreso de Nazareno Funez por Sotelo), de poco sirvió con un área superpoblada, y sumado a la complicidad arbitral para permitir la pérdida de tiempo el partido se terminó diluyendo sin más.

Un nuevo papelón de un equipo sin sistema y sin nombres, que deberá padecer seis meses más la improvisación dirigencial y futbolística a la que lo condenaron.

Y es que el párrafo aparte de esta derrota va para Ignacio Astore y Rubén Capria, principales responsables (por ego e incapacidad) de que Newell’s hoy tuviera que salir a la cancha con un plantel aún inferior al del torneo pasado, dejando ir puramente por motivos políticos a jugadores como Armando Méndez, Víctor Velázquez, Rodrigo Cedrés y Matko Miljevic o colgando a otros como Ángelo Martino que son ampliamente superiores a Alejo Montero, Tomás Jacob, David Sotelo, Gonzalo Maroni y Martín Luciano.

Sin dudas, esta derrota es la última función de un pésimo ciclo de Mariano Soso, pero tendría que ser el punto final para más de un decadente protagonista institucional de este Newell’s completamente a la deriva.

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