LUNES, 24 DE FEB.

Sin solución

La Lepra extendió su crisis futbolística en Sarandí. Un mal primer tiempo y un mejor complemento no alcanzaron para al menos rescatar una igualdad en el debut de Cristian Fabbiani como entrenador. Claro está, el arbitraje de Pablo Echavarría condicionó e influyó en el resultado.

 

Newell’s Old Boys extendió este miércoles el complicado presente que transita hace tiempo. Los nubarrones en el Parque Independencia siguen lejos de disiparse y parece difícil esbozar cual es la solución para esta delicada situación en el corto plazo. Cambian nombres de entrenadores y jugadores, pero el camino sigue mostrándose sinuoso. Igual, esta tarde en el estadio Julio Humberto Grondona pudo haber sido distinta si el protagonista de turno, Pablo Echavarría, dirigía como se debe.

Es que, al margen de las deficiencias rojinegras, ya enumeradas varias veces, nuevamente el arbitraje fue decisivo y condicionó el resultado para el rojinegro. La tarea del encargado de impartir «justicia» resultó determinante en el marcador final adverso. Claro está, cuando se pone en contexto el partido en Sarandí y se tiene en cuenta que el rival  se trató de Barracas Central, el caballo del comisario, la ecuación cuadra mejor. Imposible que alguna polémica contra el Guapo resulte en decisiones favorables para los adversarios del equipo de Claudio «Chiqui» Tapia.

La primera etapa de La Lepra fue muy floja. El conjunto de Cristian Fabbiani, que hacía su debut como entrenador, exhibió más de lo mismo que se viene viendo: una estructura tambaleante, con un defensa que da todo tipo de ventajas, un mediocampo sin presencia y un ataque inofensivo. Todo eso se combinó en los 45 minutos iniciales. Para colmo, el tempranero gol de Jonathan Candia -increíblemente solo en un espacio dejado por Víctor Cuesta y Luciano Lollo- obligó a trastocar todos los planes.

En desventaja desde el vestuario, La Lepra se vio en la necesidad de ofrecer una respuesta rápida, la cual no llegó porque el encargado del fútbol, Éver Banega, jugó muy retrasado, de doble cinco, como en ciclos anteriores, lejos de la zona de influencia. Sin creación del 10, la elaboración de juego leprosa fue nula. Luciano Herrera se cansó de tomar malas decisiones, Mateo Silvetti participó poco y nada para asociarse y Juan Manuel García fue fácilmente absorbido por los zagueros adversarios. Así, revertir el trámite iba a estar complicado.

Barracas presionó arriba en los primeros minutos y también desnudó las falencias defensivas rojinegras. Juan Ignacio Méndez ni marcó ni mucho menos distribuyó, mientras que la última línea lució descoordinada, inconexa entre sus intérpretes, siendo Lollo y Cuesta los más perjudicados. Además, Alejo Montero y Brian Calderara no pesaron arriba y tampoco brindaron respuestas cuando los atacaron. En general, deficiente tarea colectiva. Sin remates al arco se fue el club del Parque Independencia rumbo al descanso.

En el complemento, tras otro comienzo con dudas, donde Keylor Navas sostuvo la mínima diferencia con un par de atajadas, la cosa cambió radicalmente. El ingreso de Gonzalo Maroni le aportó mayor vitalidad a la ofensiva, encontrando al fin Banega un socio para iniciar jugadas de peligro. Newell’s se posicionó distinto, teniendo más peso arriba y mostrando visiblemente otra cara desde lo actitudinal y futbolístico.

Barracas se quedó mucho, se tiró demasiado atrás y solo cuidaba la mínima ventaja. La Lepra fue con empuje pero también con cierta claridad cuando se asociaron Banega y Maroni. El arquero Marcos Ledesma tuvo dos buenas intervenciones para desactivar primero un remate rasante del ex Boca en el área y luego un potente derechazo de Sotelo de media distancia. Se había equilibrado la historia. Parecía que el empate podía caer en cualquier momento. Fabbiani así lo entendió y también mandó a la cancha a Nazareno Funez y ‘Cocoliso’ González en lugar de los intrascendentes García y Herrera.

Sin embargo, pasado ese lapso de dominio rojinegro, entre los 20 y los 40 minutos, Newell’s se fue quedando sin nafta, perdiendo lucidez, más allá de seguir enviando centros al área para alguna cabeza salvadora -ninguno pudo ser conectado por Funez y González. La irregularidad de Maroni y el cansancio de Banega explicaban eso. El local le bajó la persiana al encuentro cuando, a los 46, Manuel Duarte encaró solo por el medio, nadie lo marcó y le prendió cartucho de media distancia para colgarla en el ángulo, ante un Navas que solo atinó a mirar. Nada iba a cambiar de allí hasta el final.

Ahora sí, dicho esto, que ratifica la crisis institucional y futbolística de Newell’s, que sigue sin rumbo, hay que hablar de Echavarría. En la primera parte se comió una clara expulsión de roja directa por un coscorrón sin pelota contra Herrera -el VAR ni llamó a revisarla-, pero el árbitro la empeoró aún más en el segundo capítulo, cuando no sancionó con penal una mano más que evidente en el área del Guapo, al extender el brazo y ampliar volumen del mismo un defensor para bloquear un remate de Salcedo dentro del área. Nuevamente el VAR brilló por su ausencia en esta acción. Dos acontecimientos decisivos que pudieron haber influido en el marcador y cambiado el curso de las cosas.

Sigue sin solución lo de La Lepra, tanto lo que obedece a su responsabilidad como lo de los arbitrajes que lo perjudican. Ambos componentes se juntan para explicar esta triste realidad en que está sumida la institución desde hace varios años. Desde 2022 a la fecha, los referís están ensañados con el conjunto rojinegro, muestra de ello la cantidad de puntos perdidos en ese periodo. Esto no libera de obligaciones, como se dijo arriba, al propio Newell’s, que también viene auto boicoteándose, pero es imposible no mencionar las dos variables que más vienen condicionando en la actualidad.

 

 

Últimas Noticias