MIéRCOLES, 12 DE FEB.

Rosario Sin Secretos: Cuna de la Bandera y de las lavanderas

El 27 de Febrero de 1812, Manuel (Dios con nosotros) José (Padre Putativo de Jesús, por eso a todos los José se los llama P.P.), Joaquín (nombre del padre de María, abuelo de Jesús), del Corazón de Jesús (¡mariano el hombre!)

Crédito: Gentileza Rosario Es Más, Fundación Rosario

No fue tal vez, taxativamente el 11 de febrero, pero en 1873 cuando las lavanderas se acercaban al río Paraná a lavar sus ropas y las de su familia (hay un hermoso escrito del explorador anglo irlandés Thomas Joseph Hutchinson, nacido en Stonyford, condado de Kilkenny, Irlanda, a la sazón estudiante de medicina, que narra sobre el “abigarrado grupo de mujeres de todos los colores” que descubrió en las costas del Rosario en su paso como navegante y, con el tiempo, también estuvo a cargo del consulado de su patria de origen en estas tierras, pero esto será tema de otro capítulo de Rosario Sin Secretos), ¡se armaban unos líos tremendos!

 

¿Por qué? Sencillamente porque el resto de la comunidad, o ciudadanía podríamos decir ya que desde 1852 habíamos sido declarada “Ciudad” por Justo José de Urquiza, protestaban porque estas hacendosas mujeres se apostaban muy cerca de donde se sacaba el agua para venderla para consumo público.

Los aguateros, o aguadores como quieran llamarlo, eran un gremio muy frente (casi como el liderado por los Barrionuevo) y reclamaban permanentemente al municipio que “esas mujeres fueran retiradas del lugar porque ensuciaban el agua”. Razón no les faltaba. ¿Se imaginan beber un agua llena de espuma de jabón o lejía? Aún no se habría inventado el detergente. Faltaba mucho para que el químico alemán Fritz Gunther inventara en 1916 el primer detergente combinando sulfonatos de alquilbenceno y tetrapropileno. Esto ya tenía antecedentes en Alemania, ya que diez años antes, se había mezclado jabón tradicional con perborato y silicato sodio y nació el Per-rsil, al que bautizaron luego Henkel.

Hoy Henkel lidera el mercado de productos para cuidar el cabello, detergentes para ropa, suavizantes, adhesivos, selladores y recubrimientos funcionales. ¡Todo pega!

Pero volvamos al Rosario.

Los usuarios decían que el agua tenía gusto a jabón. Ahora sabe a cloro, pero ese es otro tema.

El tema se solucionó un año después (¡expeditivos en ese entonces el Municipio y los concejales!) cuando se decidió “correr” a las lavanderas a cumplir sus tareas al sur del muelle de Castellanos. ¿Dónde era esto? En las proximidades de lo que sería la intersección de las calles San Lorenzo y Juan Manuel de Rosas. ¡Claro que todavía no estaba el Monumento a la Bandera que recién se inauguró en 1957, sin haber sido invitados sus autores al acto oficial!

Y ya que estamos con el tema del agua, el perfume más popular en 1890, era el “Agua Florida”, exportado directamente desde Nueva York. Pero no sólo era perfume, al igual que la esencia de lavanda, servía para calmar la jaqueca y recuperarse de los desmayos.

El agua que vendían los aguateros venía directamente desde el río, claro que no había en ese entonces tantos detritos que originaban la bacteria escherichia coli, y los habitantes eran tan escasos que apenas podían contaminar con sus heces el caudaloso Paraná, hasta que en 1870 el inglés “loco” Rodrigo M. Ross (todavía Rosario le está debiendo un justo homenaje) instaló una bomba para extraerla y filtrarla.

Igual, no todo el mundo podía pagar esa gestión privatizada. Cualquier parecido con la actualidad es pura coincidencia.

Tuvo que llegar Luisito Lamas tercero, preocupado por la higiene y la salud de la población, para que se instalen las “casas de baños públicos gratuitos” y pudieran bañarse todos los que quisieran, especialmente los de la laboriosa clase obrera que tanto hizo por la ciudad. Buena idea para replicarla en el Tricentenario e instalar algo similar para darle una vida un poco más digna al casi millar de personas en situación de calle.

Prometemos una nota sobre esas oportunas instalaciones de Lamas, que no fue sólo el intendente que inauguró el Parque de la Independencia, en próximos capítulos.

Nos despedimos brindando con cerveza!

Un domingo 11 de febrero, en 1901, se inauguró el Germania Park en las proximidades de Sorrento. ¿Recuerda la nota de los leones de la Municipalidad? Allí está más ampliado el tema.

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Desde allí mismo, donde habían sido trasladas las lavanderas en 1874, el muelle de Castellanos, salían los vaporcitos a las 14, 15.30 y 17, a 50 centavos ida y vuelta, y el entonces dueño del establecimiento que fue la quinta del ex intendente Mazza, E. Fillippini (seguramente emparentado con Fernando Filippini fundador y presidente del Club Atlético Villa Gobernador Gálvez) les daba la bienvenida con un chopp fresquito que se expendía a discreción, originario de la cervecería Germania, que los hermanos Wiedenbürg le compraran al suizo Federico Strasser, luego que éste disolviera su sociedad con el alemán Carlos Schlau. ¡Salud!

Hasta el próximo capítulo de Rosario Sin Secretos.

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