Rosario sin secretos: una pionera de alto vuelo
Fue la primera mujer en toda Sudamérica en pilotear sola un avión. Tenía sólo 19 años, se llamaba Amalia Celia Figueredo y era ¡rosarina!
- Ciudad
- Por Graciela Molina
- Feb 18, 2025

Hoy se cumplen exactamente 130 años del nacimiento de esta intrépida muchacha rosarina que, contra los más acérrimos prejuicios de su época, fue instruida por el propio Jorge Newbery, logró instalarse de lleno en la historia mundial de la aviación y obtuvo el brevet de Piloto Aviador Nº 58 de la Federación Aeronáutica Internacional.
Si bien era apenas una niña de 5 años cuando se fue de Rosario a Buenos Aires junto a sus padres, los nicoleños Honoria Pereyra y Faustino Isidro Figueredo, fue su vida una sucesión de apasionantes sucesos que la colocaron en el pináculo de la leyenda celeste.
Luego de cursar primaria y secundaria en el colegio Nuestra Señora de las Victorias, egresó con el título de maestra, y se convirtió en una maestra de muchas victorias surcando cielos.
Cuando le llegó la hora de elegir carrera se dedicó de lleno a la obstetricia, estudiando en la Facultad de Medicina y siguiendo los pasos de otra pionera, la primera médica argentina Cecilia Grierson. Aún así, Amalia nunca dejó de lado el mundo del arte, pues paralelamente asistía al Conservatorio de Música de los hermanos Conrado y León Fontova, fundado en 1904 por este último, un violinista español que también creó la Sociedad Argentina de Música de Cámara y la Asociación Filarmónica Argentina.
Su espíritu inquieto y curioso la llevó un día al primer aeródromo de la Argentina inaugurado en 1910 en Villa Lugano, localidad donde se había trasladado con sus padres, y su vida cambió para siempre al conocer a Jorge Newbery cuando la invitó a subir a un avión.
Apoyada por su madre, fue el francés Paul Castaibert quien luego la entusiasmó con el mundo alado, en un avión construido por él mismo: un monoplano de 25 HP que obligaba a aprender en tierra.
Vendrían luego como instructores Eduardo Olivero y Emilio Saurvein, pero no la dejaban volar sola. Recurrió entonces a la escuela de pilotaje fundada por Pablo Fels y el francés Marcelle Paillete, en San Fernando. Allí subió a un biplano tipo escuela Henry Farman, modificado con motor Gnome de 50 HP, en los talleres de Edmundo Marichal.
En una oportunidad, hasta le habían aflojado los tensores del aparato que intentó volar durante un examen y tuvo que aterrizar planeando hasta tocar tierra. Eso no la amedrentó. Se encomendó a su Ángel de la Guarda, piloteó con pericia y sin perder el control que sí había dejado de responder el aparato, y sale ilesa.
Tenía un sueño. Había que hacerlo realidad. Impronta bien rosarina, sin lugar a dudas.
El segundo examen lo superó con total éxito y no pudieron evitar aplaudirla. ¡Se había ganado la aprobación con creces!
Eran épocas de las primeras pruebas de aviadores y las exhibiciones de las que participaban los pilotos reunían multitudes, especialmente en lugares abiertos como el Hipódromo Nacional o el Aeródromo de Villa Lugano.
Como siempre se vuelve al primer amor, nuestra rosarina, apenas obtuvo su carnet, no sin esfuerzos y obstáculos, decidió salir a volar por país y su primer destino fue Rosario.
¿Se imaginan a la sociedad rosarina de ese entonces viendo las intrépidas exhibiciones de los pilotos en la zona de Catedral, Municipalidad, plaza 25 de Mayo, al descubrir que una de ella era mujer, y encima, tan joven?
Acá es donde algunas versiones se contradicen cuando sufrió un accidente sin consecuencias al perder altura sobre el Cementerio del Salvador tras despegar del Hipódromo Independencia.
Hay quienes sostienen que aterrizó sobre una plazoleta frente al cementerio (posiblemente donde la provincia estaría planeando construir piletas olímpicas) y otros que lo hizo sobre el tranvía 15, cuyos pasajeros, testigos involuntarios jugaron y ganaron con ese número en la lotería. ¿Será “la Niña Bonita” de esta historia?
Esta bella y valiente joven se unió en matrimonio con Alejandro Carlos Pietra, y optó por el amor, decidiendo abandonar el cielo para dedicarse a su esposo y a sus hijos.
Tenía sólo 33 años cuando enviudó y quedó con sus dos pequeños, Blanca Noemí y Rodolfo Carlos, quien sigue la pasión de su madre, y hace la carrera militar hasta llegar a ser comodoro en la Fuerza Aérea Argentina.
El Registro Civil de Belgrano, en Buenos Aires, la recibe como empleada, hasta su jubilación.
Sin embargo, siempre sostuvo su amor hacia la aviación llegando a ser presidente del Aeroclub Femenino de la Argentina, socia honoraria del Círculo Militar de Aeronáutica, aviador militar “Honoris Causa”, aviadora civil uruguaya, “Orden del Mérito con el grado de Gran Oficial en Brasil, título de Precursora de la Aeronáutica Argentina otorgado por la Fuerza Aérea Argentina, Gran Medalla de Oro de la Asociación Viellies Tiges (la entidad que agrupa a los pioneros de la aviación francesa), Medalla de Plata por la Asociación Aeronáutica Argentina y Capitán de Reserva de la Fuerza Aérea Argentina.
El aeródromo de Cosquín lleva su nombre; en el barrio de Palermo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, al inaugurarse el Parque Ferroviario a partir de las obras de elevación del Ferrocarril General San Martín, surgió una arteria semipeatonal y entró en la terna para su denominación; en Villa Lugano, una plaqueta la mantiene siempre presente, y Rosario, su ciudad natal, también la encuentra en uno de sus pasajes: corre de norte a sur, a 200 metros de Pasco y José M. Rosa (Misiones 2300), en el barrio Santa Lucía.
Nosotros hoy le rendimos un homenaje con esta nota, no sólo por ser la primera mujer en volar en Sudamérica sino por haberle abierto caminos a miles de congéneres que siguieron sus huellas en palpitantes muestras de heroicidad y patriotismo.
¡Coronamos su sien de laureles por el coraje y la determinación de esta ilustrísima rosarina!
Amalia Celia Figueredo viuda de Pietra falleció a los 90 años, el 8 de octubre de 1985, recibiendo cristiana sepultura en el Panteón Militar del Cementerio de la Chacarita.